9 de diciembre de 2008

Un pájaro sin alas

CUERPO TRANSPARENTE
Max Blecher
Trad. Joaquín Garrigós. Ediciones de la Rosa Cúbica. Barcelona, 2008. 72 págs.

Hay en el modus operandi de los más confiables productos del arte surrealista una apariencia de misterio que supera los efectos del automatismo y la sorpresa. El absurdo, fruto de la libre asociación de ideas, se desmarca del alarde imaginista y conduce la intriga del poema hacia la incierta, pero estimulante, habitación del universo simbólico delimitada por la lógica del hermetismo.

Tal es la cualidad que supone Cuerpo transparente, breve y espléndido poemario del malogrado Max Blecher (1909-1938), quizás el más enigmático autor rumano de entreguerras, según lo insinúan sus poemas, y quien, a pesar de su corta existencia, vio liquidada con creces su precoz vocación literaria, particularmente en el género narrativo, publicando dos novelas de sugerente título —Acontecimientos de la irrealidad inmediata (1936) y Corazones cicatrizados (1937)— y concibiendo una tercera difundida póstumamente —La guarida iluminada (1971).

No es posible desligar biografía y obra en la poesía de Max Blecher. Víctima de una tuberculosis ósea que le fue diagnosticada en 1928, pasó una década semiestático bajo una faja de escayola que en buena medida lo privó de la juventud o de una vida común a la de cualquier individuo de su edad. Por algo Gheorghe Glodeanu ha dicho en el texto que sirve de prólogo al volumen que “Con una existencia reducida a la fisiología, el escritor eleva lo anormal al rango de normalidad, ya que la existencia cotidiana constituye una desviación de la norma para quien contempla el mundo inmovilizado en el lecho”.






Las calamidades de la enfermedad adquieren en Blecher un sentido contradictorio. Nos referimos al conflicto de la voluntad neutralizada con el impedimento físico. Desde el punto de vista poético dicho drama genera su propia red de códigos, como lo aduce la reiterada mención y alusión al vuelo, las aves y el instinto aéreo, junto al uso sistemático del sustantivo “sangre”, cifra de lo telúrico, y de versos de consistencia trágica o, al menos, de acentuada frustración.

Un ejemplo de esta contrariedad discursiva estriba en el título del libro. Pese al surrealismo catastrofista de su contenido, el rótulo de Cuerpo transparente subraya el carácter etéreo, y en ocasiones místico, de quien se halla sometido a una patología extrema. Pensemos en los cuerpos gloriosos y su posibilidad de trascender la materialidad mediante la renuncia, la fe o la excursión psíquica. El delirio onírico en Blecher parece trasponer la irracionalidad como quintaesencia para alcanzar el alivio en la turbación, la claridad en la tiniebla, intentando comprender, deletrear el calvario del anquilosamiento a partir de un imbricado tejido alegórico de honda significación personal.

Una de los caminos que toma la evasión del suplicio es la deriva metaliteraria. Glodeanu apunta que “Blecher habla del valor corporal de las palabras. Éstas ya no son complejos sonoros que denominan objetos, sino que ellas mismas se transforman en objetos”. Vemos así que la afección le sirve a Blecher para sopesar con obsesiva precisión la naturaleza del lenguaje, las implicaciones del recurso léxico por encima de su función denotativa. No estamos sino ante el ávido presentimiento sensorial de un eterno convaleciente. Blecher transfiere a los vocablos que manipula y conforman su razón de ser la postergada vitalidad de sus miembros a fin de que la expresión asuma, por su parte, la añorada gravedad existencial de un sujeto vulnerado.

Habiendo mantenido trato epistolar con André Breton, y atraído por sus causas, el cariz surrealizante de la poesía de Max Blecher encarna, sin embargo, una crítica al surrealismo desde el seno del surrealismo. Mientras Breton pone en marcha un mecanismo de problematización de la realidad, Blecher da la impresión de transitar de la vorágine al discernimiento de ese infierno interior que fue su aciago y efímero periplo en la tierra. He ahí el peso específico de su voz, estilizada y doliente, en la afluencia coral de las vanguardias.


(Reseña publicada en el número 300 de la revista española Quimera correspondiente al mes de noviembre de 2008.)