12 de marzo de 2009

Resplandor en la nieve

PAÍS DE SOMBRAS RÍOS
Johannes Bobrowski
Traducción de Clara y Alfonsina Janés, introducción de Antonio Colinas. Ediciones Linteo. Ourense, 2008. 192 págs.


La naturaleza no ha sido el lugar de la poesía en el siglo XX, jalonado por el ascenso y la consolidación de la cultura urbana. El cosmopolitismo de las vanguardias es, en el campo del arte, una de las primeras evidencias. Debido a ello, dar con un poeta de voz llamativa que haya zurcido la red de símbolos, imágenes y metáforas de su mundo literario con la infinita riqueza de motivos del espacio agreste, no cesa de ser algo más que la excepción a la regla. Johannes Bobrowski (Tilsit, 1917 - Berlín, 1965) vivió en carne propia la tragedia de la Segunda Guerra Mundial y su obra, que no es profusa, está asediada por la presencia latente de esa fatalidad de una manera peculiar: oponiendo al drama bélico la aparente serenidad de los bosques.

Y es que la experiencia de Bobrowski como opositor del nazismo, soldado en Polonia, Francia y la Unión Soviética, y prisionero del estalinismo cuatro años en unas minas de carbón, es indisociable de la quieta y apacible, y por lo tanto irónica, tensión de su poesía. Justo a partir de esta asimetría entre la cruda realidad y el ambiente bucólico se desprende la consistencia crítica del texto que nos reserva un poeta de filiación cristiana que con el alfabeto del paisaje halló la condición de flama trémula para nombrar la belleza en medio del desaliento. Si alguna paradoja estética depara la poesía de Bobrowski es la de haber intentado enumerar los prodigios de un ecosistema como un gesto por recobrar la inocencia, conservar la memoria, purificar el lenguaje.




Esta lectura oblicua y a veces elusiva del tiempo histórico es quizá la nota relevante de País de sombras ríos. A través de las criaturas animales, los elementos primordiales y las especies vegetales, el ámbito forestal encarna el correlato de un conflicto personal y colectivo de sutiles resonancias místicas. La soledad del recluta y la del recluso se convierte, por así decir, en el caldo de cultivo de una reflexión sobre la relatividad de la existencia. El poeta observa e interpreta la milagrosa rutina del entorno: el rumor de las aguas, los ciclos del follaje, el vuelo de la golondrina, la ronda de las estaciones, el salto del pez, epifanías todas de un orden espiritual donde fluctúa aún el menos desahuciado sentido de la vida.

No obstante, el tono poético de Bobrowski no es nada complaciente. País de sombras ríos constituye un libro frío y crepuscular. Aparte de la geografía septentrional que se reivindica en sus páginas, hay que destacar cierto deje melancólico y la austeridad ornamental de la expresión que tienden a modelar un poema espoleado por una contenida tristeza y una sintaxis erosionada por una aguda conciencia de la fragilidad. A este respecto, otra de las singularidades de la poesía de Bobrowski que algunos han coincidido en señalar, y que aquí sucribimos, es el carácter elíptico y marcadamente nominativo de su escritura, mismo que semeja reproducir tanto el suspenso y la dubitación del proceso mental de la composición como el acezante ritmo de la emotividad.

Al hablar de Johannes Bobrowski suele hablarse de Rilke, Trakl y Celan, los grandes hitos de la lírica alemana moderna. Los tres están implícitos en la caligrafía de nuestro poeta de una manera u otra, en lo formal o lo discursivo, lo temperamental o lo vivencial. En País de sombras ríos esta noción de familia literaria con la que se identifica el autor queda traducida en varios poemas dedicados a poetas contemporáneos suyos, un hecho que a la par manifiesta la dimensión culturalista y ética de Bobrowski, cuya fe religiosa, dicho sea, fue un elemento de resistencia que vino a otorgarle a su poesía el cariz humanizante de quien recurre a la naturaleza para hacernos recordar en las horas de barbarie la magnitud de lo perdido.

(Reseña publicada en el número 304 de la revista española Quimera correspondiente al mes de marzo de 2009.)
La edad del mar

BREVIARIO MEDITERRÁNEO
Predrag Matvejević
Traducción de Luisa Fernanda Garrido Ramos y Tihomir Pištelek, prólogo de Claudio Magris. Ediciones Destino. Barcelona, 2008. 344 págs.

Cualquier obra ensayística con aires de exhaustividad constituye hoy un desafío a la ley de gravedad. La era contemporánea nos ha querido enseñar que las monografías deben ser no transversales, sino linealmente horizontales, correspondiendo así el mandato de especialidad fomentado indirectamente por la ciencia y la academia, es decir, por el conocimiento autorizado. Lo cierto es que la literatura, uno de los últimos reductos de la autarquía metodológica y la libertad procedimental, se ha mantenido al margen de tales criterios, gestionando sus propias formas de aproximación al objeto de interés. Esto en honor de su naturaleza imaginativa y, hasta determinado punto, delirante.

Es el caso de Breviario mediterráneo, un trabajo que ahora se reedita en versión aumentada y que resulta poderosamente atractivo justo a partir de su disposición estilística y tratamiento heteróclito de una variedad de compartimentos tan fascinantes y a la vez eruditos como son el entorno marino, los ríos, las costas, el comercio naútico, las rutas de navegación, la fábula del vino y el olivo, las islas, los mapas y portulanos, la mitografía, los pueblos ribereños, las bahías y los golfos, las costumbres del litoral y la dieta alimentaria que han convertido a la cuenca del Mediterráneo en un paradigma de milenarismo, biodiversidad y cosmopolitismo que ha tenido su máxima expresión humana en el modelo de vida que representa.

Matvejević (Mostar, 1932) mismo es un ejemplo del carácter diverso y acumulativo que pretende dilucidar en su libro. Nacido en la otrora Yugoslavia, es hijo de madre croata y padre ruso; se desempeñó como romanista en la Universidad de Zagreb y, tras emigrar a París en 1991, fue profesor de letras eslavas en La Sorbonne, repartiendo su agenda entre Francia e Italia, donde ha enseñado en La Sapienza; es vicepresidente honorario del PEN Club Internacional en Londres y se deja ver de vez en cuando en Cataluña, como ocurrió con motivo de su participación en el festival Kosmopolis 2004. Habrá que anteponer a este palmarés un espectro de intereses que va de la identidad europea a la teoría estética y el arte, pasando por el activismo político y la etnicidad.



Breviario mediterráneo pertenece al género del tratado misceláneo. No por abordar su contexto desde múltiples perspectivas renuncia a la profundidad analítica y el dato fidedigno. La gran contribución de este clásico de la reciente literatura geopoética del mundo es la riqueza enciclopédica que amalgama —como las vetas de la piedra o los anillos de la corteza del viejo tronco— una infinidad de noticias arqueológicas, botánicas, etimológicas, gastronómicas, hidrográficas, idiosincráticas, meteorológicas, orográficas y religiosas. El resultado: una constelación de rarezas que concerta el testimonio en primera persona, la descripción evocadora y el registro objetivo en un itinerario donde la observación empírica alterna con el cotejo documental.

Por su amplitud de horizontes, el volumen de Predrag Matvejević desciende genealógicamente de la Geografía de Estrabón, la Historia natural de Plinio, la Corografía de Pomponio Mela y la Descripción de Grecia de Pausanias; sin embargo, como escritor y esteta de la actualidad guarda cierta afinidad con la prosa impresionista de Manuel Mujica Laínez, Miguel de Unamuno y Cees Nooteboom, o bien, con la escritura fragmentaria y rizomática de Roberto Calasso, cuyo afán viajero y curiosidad intelectual, en los cuatro, significa una lección de renovado humanismo, que no es sino el reconocimiento, en la alteridad, del destino individual y colectivo.

Finalmente, se echa de menos un epílogo que consigne de un modo u otro el deterioro ambiental y los efectos del cambio climático en la configuración atmosférica del Mediterráneo, razón de ser del Convenio de Barcelona. No obstante, el mérito supremo del estudio de Matvejević es quizá el de restituir la idea del Mediterráneo como una civilización transterritorial forjada a partes iguales por Occidente y Oriente, el cristianismo y el islam, el genio árabe y el judaico, la devoción y el ateísmo, la superstición y la lógica, la magia y la técnica, la iniciativa y el sedentarismo que han venido haciendo del antiguo mare nostrum uno de los ejes culturales del nuestro planeta.

(Reseña publicada en el número 304 de la revista española Quimera correspondiente al mes de marzo de 2009.)