20 de octubre de 2009

Poéticas seminales

LOCUS AMOENUS. ANTOLOGÍA DE LA LÍRICA MEDIEVAL DE LA PENÍNSULA IBÉRICA.
Edición de Carlos Alvar y Jenaro Talens.
Galaxia Gutenberg–Círculo de Lectores. Barcelona, 2009. 1258 págs.


En el prólogo a una reciente compilación de amplio espectro cronológico, Francisco Rico ha escrito que “la poesía europea es una realidad tan robusta como el árbol que crece derecho desde las raíces regado por las aguas de muchas acequias”. La precisión de la imagen, digna de una miniatura, bien puede servir para resumir el florecimiento de las distintas sensibilidades poéticas de la península española durante la Edad Media, un proceso de fecundación y desarrollo gestante que ha terminado constituyendo las bases históricas de las diferentes tradiciones idiomáticas que tuvieron en la geografía ibérica un punto de partida o una zona de entrecruzamiento, una matriz propia o un destino compartido.

En virtud de ello, la condición de unidad de un proyecto como Locus amoenus es apenas el hecho de que ese abanico de ramificaciones poético-lingüísticas germinara en territorio hispánico, pues resulta evidente que el propósito ulterior del volumen ha sido destacar la diversidad dialectal y cultural, y por ende compositiva y temática, de tan promisorio horizonte. Se trataba, lo sabemos hoy, de un nuevo amanecer de la poesía en Occidente y, con mayor razón, de los albores del género lírico en España en voz de las hablas semíticas y neolatinas que han jalonado su andadura a lo largo de las centurias pero, sobre todo, en el umbral de su historia. Ya era hora de que un producto bilingüe de fácil lectura desgranase sin el filtro del aparato crítico los componentes genómicos de una genealogía literaria que engloba en sentido lato a todos los poetas de Iberoamérica.



Estamos entonces ante una dilatada selección de textos que dan fe, con actitud notarial, de los orígenes de la poesía de autor en el ámbito peninsular. La lección de pluralidad y transculturación del ejercicio tiene que ver obviamente con la literatura, pero también con la política y la religión. Poniendo en relieve la emergencia de los fundamentalismos y los nacionalismos, es imposible no extraer una interpretación de esta índole al recordar o descubrir que la patente de la expresión lírica en la Hispania del Medioevo, por ejemplo, no le pertenece en absoluto al castellano ni a ningún otro dominio romance, sino que, por el contrario, los primeros materiales poéticos concebidos en tal circunscripción son por igual obra del latín, el árabe, el hebreo, el mozárabe, el provenzal, el galaico-portugués y el catalán.

Bajo tales consideraciones, no deja de ser irónico el título de Locus amoenus para un compendio de poesía ibérica en dichas lenguas. Es probable que Carlos Alvar y Jenaro Talens hayan querido deslizar al respecto alguna connotación, al margen de que el matiz placentero de los contenidos, a caballo entre el realismo profano y la idealización, justifique el rótulo. Lo cierto es que la denominación, que invoca de entrada uno de los tópicos más atractivos del mundo clásico, parece deparar una doble añoranza: la de la aglutinación idiomática como un espacio propicio a la coexistencia fructífera, una de las grandes enseñanzas del pasado, y la de un clima de experimentación y definición formular inducido por el fluido intercambio de nociones formales y discursivas utilizadas en variadas latitudes de los reinos hispánicos y transpirenaicos.

De la procacidad goliardesca del Cancionero de Ripoll al refinamiento esencialista de Ausiàs March, del lirismo elegíaco de al-Andalus al sobrio estoicismo de Jorge Manrique, de la parábola espiritual de Selomó ibn Gabirol o Yehudá ha-Leví al pesimismo apocalíptico de Pero da Ponte, pasando por el delta de la jarcha y el amor cortés de los trovadores del sur de Francia que depuraron el espíritu lírico de Europa, Locus amoenus tiende un arco de aproximadamente quinientos años de poesía —lo que va del ascenso del sistema feudal al Siglo de Oro Valenciano— en los que prácticamente se recaba buena parte del repertorio estrófico de nuestro hemisferio. La clave: imitación, traducción y adaptación, tres vías de un método de creación que culmina en el Renacimiento y que, a la postre, han permitido ensanchar nuestros presupuestos de escritura a través de la paráfrasis, el intertexto, la variación, por citar unas cuantas instancias, como instrumentos de diálogo con las variadas tradiciones de nuestro gusto.

(Reseña publicada en el número 311 de la revista española Quimera correspondiente al mes de octubre de 2009.)